En el imaginario colectivo se encuentra la idea de que las decisiones hay que tomarlas con “la cabeza fría”, no dejándose llevar por las emociones ya que, en este supuesto, nuestra decisión se verá teñida de subjetividad y, en consecuencia, corre el riesgo elevado de no ser una buena decisión. Pero mira por donde, Antonio Damasio, neurólogo portugués afincado en la Universidad de Southern California y premio Príncipe de Asturias, nos pone sobre la mesa la idea contraria: una decisión tomada sin emoción es altamente probable que sea equivocada. Claro que eso no garantiza que la que tomemos con la emoción presente vaya a ser necesariamente buena. Dicho en otras palabras, la presencia de emociones en nuestra toma de decisiones es requisito necesario aunque no suficiente para tomar buenas decisiones. En palabras del propio Damasio:
“Tampoco quiere ello decir que cuando los sentimientos tienen una acción positiva tomen la decisión por nosotros; o que no seamos seres racionales. Sólo sugiero que determinados aspectos del proceso de la emoción y del sentimiento son indispensables para la racionalidad. En el mejor de los casos, los sentimientos nos encaminan en la dirección adecuada, nos llevan al lugar apropiado en un espacio de toma de decisiones donde podemos dar un buen uso a los instrumentos de la lógica. Nos enfrentamos a la incerteza cuando hemos de efectuar un juicio moral, decidir sobre el futuro de una relación personal, elegir algunos mecanismos para evitar quedarnos sin un céntimo cuando seamos viejos o planificar la vida que tenemos delante. La emoción y el sentimiento, junto con la maquinaria fisiológica oculta tras ellos, nos ayudan en la intimidadora tarea de predecir un futuro incierto y de planificar nuestras acciones en consecuencia”. (El error de Descartes, Biblioteca de Bolsillo, pág. 10-11).
Y todo esto no es producto de la mera reflexión sino que se basa en una serie de experimentos neurológicos que le llevan a concluir que “la emoción, el sentimiento y la regulación biológica desempeñan su papel en la razón humana”. Hay mucho más interesante en la obra de Damasio pero lo compartiré en otra ocasión, mi amigo Germán me dice que hago entradas demasiado largas para un blog. Sin que sirva de precedente voy a seguir su consejo, aunque seguro que esta ya le ha parecido excesiva.
“Tampoco quiere ello decir que cuando los sentimientos tienen una acción positiva tomen la decisión por nosotros; o que no seamos seres racionales. Sólo sugiero que determinados aspectos del proceso de la emoción y del sentimiento son indispensables para la racionalidad. En el mejor de los casos, los sentimientos nos encaminan en la dirección adecuada, nos llevan al lugar apropiado en un espacio de toma de decisiones donde podemos dar un buen uso a los instrumentos de la lógica. Nos enfrentamos a la incerteza cuando hemos de efectuar un juicio moral, decidir sobre el futuro de una relación personal, elegir algunos mecanismos para evitar quedarnos sin un céntimo cuando seamos viejos o planificar la vida que tenemos delante. La emoción y el sentimiento, junto con la maquinaria fisiológica oculta tras ellos, nos ayudan en la intimidadora tarea de predecir un futuro incierto y de planificar nuestras acciones en consecuencia”. (El error de Descartes, Biblioteca de Bolsillo, pág. 10-11).
Y todo esto no es producto de la mera reflexión sino que se basa en una serie de experimentos neurológicos que le llevan a concluir que “la emoción, el sentimiento y la regulación biológica desempeñan su papel en la razón humana”. Hay mucho más interesante en la obra de Damasio pero lo compartiré en otra ocasión, mi amigo Germán me dice que hago entradas demasiado largas para un blog. Sin que sirva de precedente voy a seguir su consejo, aunque seguro que esta ya le ha parecido excesiva.
1 comentario:
Un poco más de información sobre las decisiones emocionales.
http://paraquesirvenlosclientes.blogspot.com/2006/05/todas-las-decisiones-son-emocionales.html
Yo creo que cada dia hago post más cortos.
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