No puedo resistirme a hablar de Barack Obama y no sólo por la satisfacción personal que me produce una victoria electoral que creo va a ser beneficiosa para el futuro próximo de todo el mundo. Incluso aunque no hubiera ganado, que un emigrante de primera generación, que procede de una minoría, sea el candidato de uno de los dos partidos en liza ya me parece suficiente. Me cuesta mucho imaginarme una situación parecida en Alemania (con un hijo de una familia turca, por ejemplo) o en Francia (con un descendiente de argelinos) o en España (con un candidato cuyos padres fueran marroquíes, rumanos o colombianos). Recordar la polémica en Catalunya cuando Montilla fue elegido Presidente de la Generalitat o la idea para algunos inimaginable de que un Lehendakari de Euskadi no sea nacionalista, resulta interesante en estos momentos. Estados Unidos de Norteamerica tiene muchos "oscuros", algunos de los cuales han destacado de manera singular estos últimos años, pero tiene también "claros" magestuosos. Esta semana podemos tomar conciencia de algunos de ellos.
Pero hay más. Barack Obama ha mostrado cómo un discurso propio, con personalidad, alejado de la descalificación del contrario; un discurso que cuenta una historia de futuro, de esperanza; un discurso que no se mueve a golpe de encuesta sino que tiene personalidad propia; un discurso con espíritu de liderazgo, al fin y al cabo, es un discurso de éxito. La movilización que ha generado en un país con altos niveles de abstención es significativo. Como significativo ha sido su recorrido en estos dos últimos años. Nadie apostaba un duro por él cuando anunció su candidatura. A medida que iba dejando caer sus opiniones "políticamente incorrectas" los comentaristas le enterraban aún más... pero la ciudadanía no. Y llegó a enfrentarse a la gran favorita. De nuevo muy pocos esperaban que llegara a ser nominado por el Partido Demócrata. Incluso se decía que si ganaba Obama la nominación era segura la victoria Republicana en las elcciones a la Presidencia. Pero Obama con coherencia y constancia ha construido un discurso capaz de enfrentarse a todo. No nos engañemos, no tardará mucho en llegar el desencanto. Gobernar no es fácil, contentar a todos los que te han apoyado aún menos. En todo caso, vivir la esperanza de cambio ya es por sí mismo un valor. Probablemente no será tanto como muchos desean pero seguro que tampoco será tan escaso como a otros les hubiera gustado.
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