miércoles, 25 de agosto de 2010

Aprendiendo gestión de los narcotraficantes

Comentaba hace unos días la magnífica novela de Don Winslow “El poder del perro”. Cómo decía entonces, no sólo es una buena novela negra sino que tiene una lectura socio-política, pero incluso desde la perspectiva de la gestión de las organizaciones podemos encontrar alguna perla interesante. Así, en las líneas siguientes podemos apreciar como algunos de los principios sobre la gestión que defendemos para organizaciones “normales”, tienen también un gran valor para organizaciones “criminales”. En concreto, la importancia de la motivación, de generar implicación entre quienes componen la organización, las estrategias de empoderamiento, son vistas así en esta novela:

“La forma tradicional de cualquier pasador mexicano era la pirámide. Como en las familias de la mafia siciliana, había un padrino, un jefe, y después capitanes, soldados, y cada nivel sustentaba al siguiente. Los niveles inferiores ganaban muy poco dinero (…).
Fue Adán quien se cargó la pirámide y la sustituyo por una estructura horizontal. Bien, casi horizontal. Su nueva organización sólo tenía dos niveles: los hermanos Barrera arriba y todos los demás debajo.
Pero a la misma altura.
-         Queremos empresarios, no empleados –explicó Adán a Raúl.
Los empleados cuestan dinero, los empresarios gana dinero.
La nueva estructura creó un creciente grupo de hombres de negocios independientes, bien recompensados y muy motivados, que pagaban el doce por ciento de sus ganancias a los Barrera, y de buena gana. Ahora sólo había un nivel al que sustentar, y dirigías tu propio negocio, corrías tus propios peligros, recibías tus propias recompensas.” (pag. 418)

jueves, 19 de agosto de 2010

La eficiencia puesta al servicio del genocidio


Este año he pasado mis vacaciones en Polonia. Siguiendo con mi hábito de intercambiar mi casa por la de otra familia que esté interesada en conocer el País Vasco, este año el acuerdo lo hemos realizado con una familia que vive a unos 30 kilómetros de Cracovia. El sur de Polonía se parece en lo verde a Euskadi, aunque su geografía es menos montañosa. Subiendo hacia Varsovia las llanuras se convierten el protagonistas. En general llama la atención la gran dispersión de la población. Una gran parte del país está salpicada por casas de campo.

Cracovia y Varsovia son dos preciosas ciudades. Cerca de la primera, en la localidad de Oswiecim, se encuentra uno de los campos de concentración más sanguinarios del nazismo: Auschwitz. Fuimos a visitarlo y se encoje el corazón al ver de lo que es capaz el ser humano cuando sale la bestia que llevamos dentro. Toda la capacidad de organizar, de crear, de trabajar con eficiencia se pusieron aquí al servicio del exterminio de cientos de miles de personas. Judios, gitanos, presos políticos, combatientes soviéticos, homosexuales,….

En realidad el complejo de Auschwitz lo forman dos campos, el primero se creó utilizando unos edificios e instalaciones del ejército polaco. Aquí ahora está ubicado el museo del campo, en el que podemos ver la huella del horror que aquí se vivió. Desde los restos de las maletas y utensilios personales de quienes eran traídos al campo pensando que les trasladaban de vivienda, hasta toneladas de pelo humano, en concreto de mujeres asesinadas en este horror ya que a los hombres no les rapaban una vez muertos.

En el campo se quedaban unos pocos, se calcula que aproximadamente un 25% de los que llegaban. El resto iba directamente a las cámaras de gas. Las fotos de algunos de los que fueron fichados nos muestran unas miradas que nos transportan al dolor más profundo del alma humana. La fecha de entrada y la de “salida” son espeluznantes, muy pocos duraron más de cuatro meses. Quizás los más desafortunados.

Cerca, los prisioneros de este campo construyeron un nuevo campo, Auschwitz II Birkenau. Si en el primero llegaron a hacinarse 20.000 personas, en el nuevo fueron cerca de 100.000 los prisioneros que compartieron simultáneamente esta terrible experiencia. En este nuevo campo, las vías del tren se internaban en él para dejar a las nuevas remesas de prisioneros más cerca de las cámaras de gas.

Me viene a la cabeza Hector Frankl, el autor de “El hombre en busca de sentido”, obra en la que narra su experiencia en otro campo de exterminio nazi y reflexiona sobre las diferentes maneras de responder a una situación de esas características. La verdadera, la última libertad del ser humano, nos dice, es la de poder elegir la forma de responder a lo que nos ocurre. Qué terribles se me antojan estas palabras cuando te acercas mínimamente a lo que esas personas tuvieron que afrontar en lugares como Auschwitz.

domingo, 15 de agosto de 2010

El poder del perro

“El poder del perro” es una gran novela. Dura, sin concesiones, aunque probablemente una vez más la realidad supere la ficción. Sobre la base de un trabajo de documentación de seis años, Don Winslow realiza lo que en la introducción se denomina “la Gran Novela Americana del Narcotráfico”. La trama nos lleva a recorrer el período transcurrido entre 1997 y 2004. En él vamos viendo las luchas internas entre las bandas del “narcomex”; la conexión entre el tráfico de drogas y la corrupción política en México y en EEUU; las relaciones entre la lucha anticomunista promovida por el gobierno de Reagan, primero, y Bush, después, y la denominada lucha antidroga,…

Rodrigo Fresán afirma en su prólogo "si el diez por ciento de El poder del perro fuera verdad, sería algo horripilante. Que el noventa por ciento pueda ser cierto resulta casi insoportable".

Winslow escribe de manera directa y cortante, en un estilo que me recuerda al primer James Ellroy. Sus personajes se mueven en la ambigüedad moral que lleva a que los buenos generen maldades atroces. Y nos lleva por ese laberinto de personajes y situaciones con un ritmo trepidante y una intriga bien construida. Una novela que merece la pena leer tanto como obra literaria que como aproximación socio política al mundo del tráfico de drogas en Latinoamérica.

Junto a los protagonistas de la obra nos encontraremos con la fraudulenta derrota de la izquierda en México, el asesinato del candidato a la presidencia de ese país, las FARC, China y, cómo no, la CIA, la DEA junto a otros organismos de la política antidrogas de los EEUU.

Esta es la opinión de uno de los protagonistas sobre la Guerra contra las Drogas:
“He combatido en ella toda mi puta vida, ¿y para qué?.
¿Miles de millones de dólares para intentar, sin éxito, alejar las drogas de la frontera más porosa del mundo? ¿Una décima parte del presupuesto antidrogas destinado a educación y tratamiento, nueve décimas partes de esos miles de millones a su erradicación? No hay dinero suficiente para ahondar en las raíces del problema de la droga. Más los miles de millones gastados en mantener encarcelados a los traficantes, con celdas tan masificadas que hay que adelantar la liberación de los asesinos. Sin olvidar que dos tercios de los delitos “no relacionados con las drogas” de Estados Unidos son cometidos por gente colocada con droga o alcohol. Y nuestras soluciones son las mismas no-soluciones inútiles de siempre: construir más cárceles, contratar más policías, gastar más y más miles de millones de dólares en no curar los síntomas, al tiempo que hacemos caso omiso de la enfermedad. (…). Estamos gastando casi dos mil millones de dólares envenenando cosechas de cocaína y, de paso, a los niños de aquí, mientras que en casa no haydinero para ayudar a alguien que quiere dejar las drogas. Es una locura.
Art es incapaz de decidir si la Guerra contra las Drogas es una idiotez obscena o una obscenidad idiota. En cualquier caso, es una  farsa trágica y sangrienta.” (pags. 654 y 655).
Contundente.