viernes, 27 de abril de 2012

La participación, la política y la gestión pública

Innobasque, a través del Consorcio de Inteligencia Emocional y con la participación de Eugenio Moliní ha ditado el libro titulado "Innovación, personas y participación" (se puede descargar aquí). Contribuyo en esta publicación con el texto que os ajunto:


“La política es el ámbito social que más impresión da de paralización; ha dejado de ser una instancia de configuración del cambio para pasar a ser un lugar en el que se administra el estancamiento”. Con esta rotundidad se expresa Daniel Innerarity (Catedrático de Filosofía Política y Social e investigador de Ikerbasque) en un reciente artículo publicado en la revista Claves de la Razón Práctica bajo el título “La política después de la indignación”. Y esta situación que vive la política se convierte en fuerza para su innovación. Somos multitud quienes nos sentimos insatisfechos con la deriva que han tomado nuestras democracias. Incluso una gran parte de las personas que ejercen en la política comparten esa sensación. Sin embargo, más allá de la indignación parece que no resulta fácil encontrar caminos que permitan cambiar ese panorama.

“No estamos ante la muerte de la política sino en medio de una transformación que nos obliga a concebirla y practicarla de otra manera”, plantea también Innerarity, introduciendo un soplo de optimismo en la dureza del diagnóstico anterior. Es precisamente en ese “practicar de otra manera”, donde la propuesta de Eugenio Moliní adquiere una singular relevancia.

Hablar de participación ciudadana como una forma de dar nueva vida a la democracia, como una estrategia para su legitimación, tiene poco de nuevo. Sin embargo, este concepto se ha ido vaciando de contenido en la medida en que se han generado expectativas que luego no han podido ser satisfechas; en la medida en que se ha utilizado para abrir a la participación elementos periféricos de las políticas desarrolladas, convirtiéndola en mero adorno de las decisiones de más calado ya adoptadas; en la medida en que se ha incluido bajo el paraguas del concepto “participar”, significados tan diferentes como informar, consultar, co-crear o codecidir.

Hay dos premisas que son clave para que la participación pueda contribuir realmente a la generación de otra manera de hacer política. La primera de ella son los valores, la segunda, la metodología. Desde los valores queda reflejado  que las personas participan…. si quieren. Y cualquier esfuerzo por hacer que participen generará una resistencia. Esto lleva a plantearse la necesidad de abandonar los planteamientos “paternalistas”, unos planteamientos que se ponen de manifiesto en las disquisiciones sobre que métodos usar para que la gente participe. No es una cuestión de los instrumentos, la clave es cómo lograr que la gente quiera, que las personas decidan participar. Ese es el lugar en que la participación genuina sitúa el debate.

La otra premisa tiene que ver con una manera, una metodología. De ella quisiera subrayar dos aspectos que considero claves: la importancia del trabajo previo al inicio del proceso participativo y, como derivado de ello, lo determinante de dejar claro el marco y los límites en los que la participación se va a producir.

El trabajo previo nos remite a la necesidad de que quienes tienen la máxima responsabilidad en el ámbito en el que se va a desarrollar el proceso participativo asuman ese papel y ocupen el lugar que les corresponde. Un lugar desde el que han de explicitar, desde el primer momento, a qué tipo de participación están llamando, evitando así generar expectativas que se van a frustrar y enviando un mensaje que sea capaz de hacer que las personas decidan participar e implicarse.

Así pues, un nuevo planteamiento de la participación puede contribuir al cambio profundo que requieren nuestras democracias, nuestra política. Un cambio que Antonio Gutierrez-Rubí define, en su libro “La políticavigilada. La comunicación política en la era de Wikileaks”, como política participada. La política o será participada o no será, o caerá en un vacío de deslegitimación de tal calibre que resulta difícil imaginar de que manera la sociedad lo cubrirá.

Por otra parte, en una sociedad compleja, en la que no existen respuestas fáciles a los problemas, desde otra mirada, la participación se convierte también en una llamada a la corresponsabilidad, subrayando la necesidad de un tipo de liderazgo que Ronald Heifetz define como “liderazgo adaptativo”: “Proceso de movilización de un grupo para que afronte una realidad incierta y desarrolle nuevas capacidades que se enfrente con éxito a los retos adaptativos”.


Desde la perspectiva de la gestión pública , una nueva mirada a la participación se edifica en torno a la creencia en que el ser humano se implica en las actividades que le dan sentido.

Si bien la administración pública, en cuanto que organización orientada a servir a la ciudadanía y guiada por el interés públicos, pudiera parece especialmente proclive a generar espacios organizativos que respondan a esa compatibilidad, en la práctica se muestra también mayoritariamente como un “territorio inhóspito” para las personas. La participación desde nuevos planteamientos  puede ser un buen revulsivo y un magnífico instrumento para generar un mayor “sentido” en el qué hacer de las personas que en ella trabajan, adquiriendo  un lugar nuclear, contradictorio con el carácter sectorial que la participación posee en muchas administraciones públicas. En este marco, pierden sentido los Departamentos, las Áreas, los Servicios de Participación Ciudadana. La transversalidad deja paso a la integralidad, la participación ha de abandonar la pelea transversal para integrarse en el corazón de la gestión pública. Implicar, motivar, sacar lo mejor de las personas que han decidido trabajar al servicio de la ciudadanía, no se logra si esas personas no encuentran el entorno adecuado que les lleve a decidir hacerlo.

Esto puede suponer una transformación profunda. El reto, el desafío es apasionante e inmenso. Necesitamos cambiar la cultura política y organizativa. Y para ello necesitamos olvidar lo aprendido. Formamos parte de lo que hoy es, hemos contribuido a ello. No se trata de mejorar, se trata de mirar desde otro lugar y actuar en consecuencia y para ello tenemos que desaprender lo aprendido, adentrarnos por el camino de la inseguridad, de la incertidumbre en el cómo. Desde el trampolín de la convicción hemos de saltar a un vacío que hemos de construir. Y para transitar por esos nuevos territorios no nos sirven los mapas que teníamos. Tenemos que abandonar la falsa seguridad de mi territorio, de mi presupuesto, mi Departamento, del Plan, del Reglamento de Participación.

La participación desde esta perspectiva incomoda. Frente a la petición de soluciones técnicas y respuestas sencillas responde con preguntas: participación para qué, con qué límites, en qué marco, hasta dónde estas dispuesto a escuchar, …, son desafíos que incomodan y hemos de estar preparados para ello. Tenemos que provocar la renuncia a planteamientos y expectativas poco realistas en relación con la participación, en lugar de tratar de satisfacerlas como si el tema planteado pudiera solventarse desde una perspectiva exclusivamente técnica, metodologías participativas de uno u otro tipo. Y eso incomoda, y eso nos incomoda, nos hace salir del lugar de quién tiene respuestas, de quién sabe de qué va esto. Y nos falta entrenamiento.

domingo, 15 de abril de 2012

Coaching y política

El próximo martes, en el marco de la I Semana del Coaching organizada por la ICF, imparto en Eutokia una conferencia sobre el coaching en la política. La presentación que utilizaré la compartiré después de que se celebre el acto para no estropear la sorpresa a quienes os animéis a compartir ese espacio (por cierto, el horario es de 19:00 a 20:30), pero no me resisto a compartir ahora el esquema que utilizaré.

La primera parte de mi intervención, después de reflexionar brevemente sobre las diferencias entre el coaching político y otros tipos de coaching, la orientaré a quienes me escuchen pero no participen de la actividad política. La pregunta para esas personas será ¿desde qué lugar miras a la política y a las personas que están en política? Exploraremos juntos cuales son hoy en día los principales juicios, valoraciones, pensamientos que surgen en una mayoría cuando se les habla de la política o de los políticos.

La política va estrechamente unida al poder, no en vano hay quien la define como "la actividad de quienes procuran obtener el poder, retenerlo o ejercitarlo con vistas a unos fines". Por ello, desde una actitud de coaching no tanto al político, que también, sino al ciudadano, podemos plantear ¿qué significa el poder para ti? ¿qué emociones te suscita? ¿qué pensamientos te genera? ¿qué reacciones te suscitan quienes detentan poder? ¿cómo es tu relación con esas personas en las diferentes esferas de la vida?. 

Tomar conciencia de que nuestra mirada hacia la política y los políticos no es inocente, no es neutra, sino que está cargada con nuestra particular manera de vivir ese fenómeno, nos permite abrir otra cuestión: ¿qué política puede generar una sociedad que no cree en la política? ¿qué podemos hacer distinto cada uno de nosotros para transformar la política? Y mirando más específicamente a los profesionales del coaching que quieren trabajar en el ámbito político ¿desde que mirada te acercas a la persona a la que pretendes hacer coaching? ¿es posible hacer coaching político desde cualquier forma de ver la política?

La segunda parte de la intervención se orientará al coaching para personas que están en la política. Y esta forma de plantearlo ya implica una manera de situarse. No trabajamos con el rol político, sino con la persona que está desempeñándolo.

La idea central que quiero plantear es que la inmensa mayoría de personas que se acercan a la política lo hacen con altos ideales pero llenos de inocencia y desconocimiento. Y la política es un territorio duro, incluso inhóspito, es un lugar lleno de riesgos. El coaching puede ser una magnífica ayuda para evitar que personas que podrían aportar mucho salgan despavoridos a los pocos meses o se arrastren con un alto sufrimiento personal hasta que consiguen armarse de valor para dejarlo; o, lo que es peor, desarrollen una costra de cinismo que acentúe muchas de las peores características de la política actual. En esta segunda parte desarrollaré algunos de los temas que suelen darse con más frecuencia en el coaching con personas que están en la política. En la presentación que compartiré la próxima semana podréis seguir con algo más de detalle estas ideas.

lunes, 2 de abril de 2012

Reflexiones sobre la gestión municipal (y 2)

En el anterior post inicié la presentación de mi participación ante un comité directivo técnico ampliado de un ayuntamiento. Terminaba indicando cómo había utilizado una estructura en torno a tres grandes conceptos para articular el resto de la presentación: inspirar, gestionar y escuchar.

INSPIRAR: Desde el ámbito municipal se tiene una importante responsabilidad de liderazgo social, de liderazgo ciudadano. Para ello es imprescindible disponer de un proyecto de ciudad, de un futuro que se desea construir. Tratar de hacerlo realidad pasa por la elaboración de un Plan (de Legislatura, de Mandato,...) que articule las acciones a acometer con ese proyecto de futuro. Sin embargo, esto no es suficiente. Ese proyecto ha de ser capaz de inspirar a la ciudadanía, a la sociedad a la que se dirige. Para ello es clave saber contarlo, saber construir una historia (storytelling) que inspire, que de sentido y emoción, que convierta el plan en una historia inspiradora.

Este liderazgo que se ha de ejercer desde los ayuntamientos es un liderazgo adaptativo (Ronald A. Heifetz). Este concepto se deriva de la dicotomía planteada por Heifetz entre problemas técnicos (en los que el diagnóstico y la solución son conocidos y solo es una cuestión de aplicar la técnica adecuada) y los problemas adaptativos, en los que el diagnóstico es frecuentemente incierto y la solución requiere ser construida entre todos. Los problemas que afrontan las administraciones públicas son adaptativos en numerosos casos y , desde luego, en casi la totalidad de aquellos podríamos calificar de graves. Este liderazgo adaptativo implica renunciar al mensaje fácil y tranquilizador de "no se preocupen que esto lo arreglo yo". Supone incomodar planteando que los problemas requieren de cambios, de acciones por parte de todos.

Ligado con este aspecto aportaba la reflexión sobre los liderazgos políticos y técnicos (del personal técnico). La falta de claridad en los papeles de unos y otros, la confusión de roles, genera umportantes pérdidas de tiempo y energía, así como una merma en la eficiencia de las administraciones públicas.

Terminaba esta parte planteado la frase de Otto Von Bismarck, "la política es el arte de lo posible". Es una frase útil para generar debate y reflexión sobre los para qué de la política. Tras un interesante cruce de reflexiones surgía el juego de palabras: "la política es el arte de hacer lo posible" frente a "la política es el arte de hacerlo posible".

GESTIONAR. Inspirar sin gestionar es un brindis al sol y la antesala de la frustración. Al gestionar, es decir, coordinar recursos y personas para alcanzar los objetivos que el proyecto de ciudad ha planteado, construimos los puentes que nos llevan hacia el futuro. Comenzaba esta parte con una cita de Gary Hammel: "en general, el problema real para una empresa establecida no es la escasez de ideas, sino los procesos y las prácticas de gestión que favorecen de manera automática el "más de lo mismo" en detrimento de lo nuevo y diferente." La administración local no solo ha de preguntarse cómo hacerlo mejor, sino como hacerlo diferente para hacerlo mejor. Aquí vinculaba con el concepto de innovación.

Incluía aquí una reflexión sobre la excelencia en la gestión y la importancia de ver los modelos de calidad de excelencia como instrumentos y no como fines en si mismo. No tiene sentido que una organización trabaje para un modelo, para los indicadores de ese modelo, para evaluación de ese modelo. Una organización ha de trabajar para obtener mejores resultados, para prestar un mejor servicio a la ciudadanía, para hacerlo con la satisfacción de las personas empleadas,... La pregunta clave en una administración pública es ¿cómo añadimos valor a la sociedad? Para poder responderla es necesario potenciar la evaluación de las políticas públicas.

Seguía planteando en qué medida la forma en que está organizado el ayuntamiento es la forma más adecuada para responder a los objetivos y desafíos actuales. La mayoría de los ayuntamientos ha ido desarrollando su estructura organizativa como si fuera un Frankestein: añadiendo un trozo aquí, un área allí, un departamento más allá, en función de subvenciones, nuevas necesidades. Es necesario revisar la eficiencia de la organización municipal.

Y hoy más que nunca, es necesario innovar en la gestión de las personas empleadas públicas. Ya está bien del mantra que repite una y otra vez que en la administración pública no hay margen para la gestión de personas ¿qué ley se necesita potenciar el trabajo en equipo, para dar feed back positivo a quién hace un buen trabajo, para dar participación,....?

ESCUCHAR. Terminaba mi aportación subrayando la importancia de escuchar, de escuchar tanto a la ciudadanía como a las personas de la organización. En este contexto utilizaba la trilogía del Gobierno Abierto: participación, colaboración y transparencia. Tres perspectivas que implican estar abierto a escuchar a los otros.

Terminaba subrayando que cambiar no es una opción, la opción es cómo hacemos para que el cambio sea el que necesitamos.



Adjunto las dos partes que faltaban del Power Point que utilicé.