domingo, 29 de junio de 2014

Equipos y sistemas

El fin de semana pasado cerramos la segunda edición del programa de Coaching de Equipos organizado por EMANA. Ayer cerramos el de Constelaciones Organizacionales y Coaching Sistémico. En ambos casos he disfrutado aprendiendo, aunque mi lugar no fuera el de alumno. La relación con procesos de aprendizaje me nutre enormemente y me aporta sabia nueva y fresca para aportar en los procesos en que acompaño a mis clientes. Puede parecer poco adecuado que lo diga yo, pero son dos cursos de un gran nivel. Después del verano saldrán las fechas de las nuevas ediciones y os los recomiendo, no os defraudarán si os interesa profundizar en las dinámicas de los equipos y las formas de intervenir en ellos.

Aparentemente pueden ser vistos como temas diferentes pero están profundamente relacionados. Entender el funcionamiento de un equipo pasa, desde mi forma de verlo, por entender la dinámica sistémica que subyace y para ello, la herramienta de las constelaciones organizacionales es muy potente. En el curso de coaching de equipos se aborda la aproximación sistémica a los equipos pero no se profundiza en la herramienta de las constelaciones, es este segundo curso el que da una formación única en el manejo de las constelaciones organizacionales, con un profesorado internacional que no puede encontrarse en ninguna otra oferta formativa.

Este último módulo lo impartió Guillermo Echegaray, navarro afincado recientemente en Uruguay. Desarrolló el enfoque de las constelaciones sistémicas estructurales, que plantea la existencia de una serie de estructuras sistémicas básicas que subyacen en las organizaciones y forman una singular gramática que permite comprender más eficazmente las representaciones espaciales que las constelaciones organizaciones plantean.

Especialmente interesante es la estructura de polaridades de creencias que plantea un triángulo formado, de un lado por el conocimiento (al que también se asocia la lógica, la comprensión y el equilibrio), de otro la relación (la confianza, la empatía, la conexión) y finalmente la acción (la separación, el orden, la organización, la estructura). Los tres elementos pueden entenderse como fuentes de recursos ilimitadas para cualquier sistema.

Colocados estos tres elementos en el espacio, formando un triángulo, generan un espacio en el que puede plantearse qué lugar ocupa un determinado equipo, una organización, incluso una persona individual ¿de que fuentes bebe? ¿cuál de ellas se encuentra bloqueada? Esta reflexión puede contribuir a identificar hacia dónde ha de liderarse el cambio que el equipo o la organización necesita.