lunes, 27 de octubre de 2008

Consultoría, clínica y ginecología


Jueves y viernes tuvimos nuevas sesiones del curso de capacitación para el trabajo político local dirigido a alcaldes y concejales del País Vasco que organiza EUDEL. Compartí las labores docentes con Jordi Oliveres, Director de ESTRATEGIA LOCAL. Todo se desarrolló perfectamente y los alcaldes y concejales asistentes nos entregaron unas evaluaciones espectacularmente buenas.

Fuimos juntos a comer un menú del día al café Iruña, uno de los cafés con encanto de Bilbao. Durante la conversación surgió el tema de los diferentes estilos de consultoría. En alguna ocasión anterior me he identificado con la definición de Julen Iturbe de “consultoría artesana”. Jordi, a quien agradezco su seguimiento de este blog, comentó que le gusta esa definición pero prefiere la de “consultoría clínica”. Una forma de hacer consultoría centrada en el caso y alejada de la atención en serie de las grandes consultoras. Al igual que en el trabajo clínico, esta forma de hacer consultoría, utiliza el conocimiento científico existente y, articulándolo con la experiencia, lo transforma en instrumentos específicos para resultar útil a quién solicita ayuda. Así, no hay dos proyectos de consultoría iguales. Ni se convierten en un puzzle de metodologías estandarizadas que se agrupan según las circunstancias específicas. Todo el proyecto se genera sobre las necesidades de quién busca ese tipo de apoyo.

Cuando me dejó totalmente sorprendido fue al comentar que el consultor es como un ginecólogo. Ni había oído ni se me había ocurrido nunca esa asociación. ¿En que sentido?, le pregunté. En consultoría, como en ginecología, el niño no es tuyo. Es el cliente quién ha de hacerse cargo del resultado. El consultor, como el ginecólogo, tiene que ayudar para que el parto sea lo mejor posible, para que no haya complicaciones. No puedes darle al cliente un producto final que te parezca perfecto a ti. Es él el que se va a quedar con el niño y es a él a quién tiene que gustarle y, sobre todo, serle útil para abordar la situación que le ha llevado a buscar apoyo externo. Nunca hubiera imaginado que dejaba la función pública para dedicarme a la "consultoría ginecológica clinica y artesana".

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me parece una asociación de ideas ingeniosa. Sin embargo, cada vez más, descubro que ponemos nombres rimbombantes a lo que, al menos en mi opinión, debe ser el abc de la actividad de un consultor: ponerse en el lugar del cliente y no llevar al cliente hacia nuestras soluciones.
Lo importante es tener claro que somos nosotros los que debemos adaptarnos al cliente, los que tenemos que aportar soluciones especificas para cada uno de ellos. Tu sabes Enrique, porque lo hemos hablado muchas veces, que el sistema de gestión de cualquier organización no puede ser replicado de la misma manera en otra organización, aún siendo del mismo sector. No se puede hacer un corta pega. Se podrán tomar ideas, formas de hacer las cosas, pero cada cliente tiene su propia cultura. En este sentido no se si somos ginecólogos, confesores, chamanes o, simplemente, servidores , en el mejor término de la palabra, de alguien que tiene un problema, quiere solucionarlo y solicita la ayuda única e irrepetible de alguién en quien confia que puede ayudarle.

Julen Iturbe-Ormaetxe dijo...

Anótate una en el libro de oro de los símiles de la consultoría ;-)