Este martes he acudido a una de las actividades que organiza el Consorcio de Inteligencia Emocional, del que formo parte. Se trataba de conocer la perspectiva que Eugenio Moliní ogrece de la participación. Lo que el denomina participación genuina. Las casi cuatro horas se me han pasado volando y me ha parecido un planteamiento sugerente que exploraré más en profundidad en un curso que prevé realizar en Bilbao este otoño.
Una idea clave y central de su enfoque (que comparto plenamente) es que "las personas cambian cuando quieren. Todo lo demás es una manipulación". Desde esta premisa no cuesta llegar a la conclusión que Moliní explicita con claridad: la mayoría de los procesos de cambio en las organizaciones se basan en la manipulación, en querer que las personas hagan lo que otros consideran que tienen que hacer y además lo hagan con el mismo entusiasmo que tendrían si lo hubieran decidido ellas mismas. En contraste, la participación genuina ha de partir de la premisa de que participa quien decide participar. Moliní subraya con rotundidad que cada uno ha de estar allí dónde contribuye y aprende. Y si no lo hace mejor irse a otro lado.
Moliní considera que las organizaciones son deshumanizantes, su lógica es la de la eficacia mientras que la de las personas es la felicidad. Sin embargo, plantea los procesos participativos que desarrolla dentro de esas estructuras organizativas jerarquizadas, asumiendo los condicionantes de esa situación. De hecho, define la participación genuina que desarrolla como un proceso para acompañar al responsable de la organización jerárquica a organizar un marco en el que las personas puedan participar si quieren. Para lograrlo con éxito plantea la necesidad de un liderazgo basado en la confianza y la transparencia.
Tras estas pinceladas de su enfoque conceptual ha pasado a esbozar de manera muy genérica aspectos más metodológicos de su forma de enfocar la participación. Así, por ejemplo, ha manifestado que un proceso participativo que funcione no puede tener una duración superior a los 100 días. Se ha inclinado claramente por la realización de procesos presenciales. Aunque ha aludido a las limitaciones técnicas de los procesos "telemáticos", me ha parecido que el argumento más contundente en favor de esta opción era lo que el llamaba los "efectos" de la participación. Los "resultados" son los productos concretos del proceso participativo, pero los "efectos" hacen referencia a los cambios en la cultura organizativa y, para lograr esos "efectos", considera que es mucho más potente la actividad presencial.
Ha hablado un rato de los diferentes actores presentes en un proceso de este tipo y cómo es necesario tener a todos presentes, desde el propietario (aquel que se implica personalmente en el proceso y más se la juega) hasta "el Cesar", aquel que no participa, arriesga muy poco pero se apunta los alureles si sale bien, pasando por el "logístico" o el "promotor".
En cuanto a los requisitos necesarios para llevar a cabo un proceso de participación genuina ha mencionado:
- Una tarea compleja, sin solución conocida y potencialmente conflictiva. Si la tarea es sencilla no merece la pena el proceso participativo. La tarea ha de tener sentido para la organización y ser útil.
- Voluntad de transparencia y de confiar en que los participantes lo harán lo mejor posible. Ha de hacerlo visible el propietario al comienzo de la reunión, expresando las limitaciones del proceso.
- Voluntad de invitar a participantes con diversidad de perspectivas, especialidades e intereses. Una pregunta poderosa sería ¿a quienes estas dejando de invitar?
- Posibilidad de nuevas integraciones
- Entorno adecuado y garantías de seguridad, aunque ha comentado que el miedo siempre está presente y hay que contar con él.
La parte final de su presentación la ha dedicado a indicar las condiciones del entorno necesarias para que el proceso de participación genuina logre los resultados expectaculares que él busca. Subrayaré la necesidad de que el nivel de participación al que el propietario invita esté en concordancia con el nivel de compromiso e interés de las personas que acuden y deciden participar. El cruce de ambos aspectos se puede apreciar en el gráfico adjunto. La participaciób genuina requiere, al menos que quine invite plantee la opción de consultar y quien acuda lo haga para contribuir.
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