“Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar, pasar haciendo caminos, caminos sobre la mar”. Al pensar en la vuelta al trabajo, a la cotidianidad, me han venido a la memoria estos versos de Machado que tengo indisociablemente unidos a la canción que Serrat construyó con ellos. La verdad es que es esta época, después de las vacaciones de verano, la que realmente vivo como “comienzo de año”. Sin embargo, me resisto a pensar en las vacaciones como algo que terminó. ¡¡¡Y quién no!!!, pensaréis mucho. Pero lo siento en un sentido quizás diferente al que pueda pensarse inicialmente. No es que me resista a que se acaben las vacaciones sino a pensarlas como un compartimento estanco que cuando finaliza desaparece en el recuerdo.
Todo pasa, incluso las vacaciones. Pero todo queda, también las vacaciones pasan a formar parte de nosotros, de nuestra vida. No somos iguales que cuando nos fuimos. Somos más viejos, tenemos más juventud acumulada, tenemos nuevas vivencias, nuevas experiencias. Creo que nosotros mismos nos metemos en una emocionalidad negativa al formular una frontera tan nítida entre el estado que generamos en las vacaciones y en el período laboral. Si nos ponemos no nos costará mucho encontrar cosas “odiosas” en las vacaciones. Igualmente, si nos ponemos no nos costará mucho encontrar cosas entusiasmante en el trabajo.
Uno de los padres de la psicología positiva, Mihalyi Csikszentmihalyi, plantea en su obra “Fluir” que el estado de felicidad se produce cuando “fluimos”, esto es, cuando entramos en ese estado en el que el tiempo parece detenerse, en el que somos capaces de perder la noción de su transcurrir sumergidos en una actividad que nos apasiona, contemplando un paisaje que nos subyuga. Pues bien, Mihail es rotundo, contra lo que la mayoría de las personas piensan ese estado se da más fácilmente en el trabajo que en el ocio. Así que a fluir, aunque no estemos de vacaciones o, precisamente gracias a ello.
1 comentario:
Querido Enrique
Me gusta mucho tu post, felicidades por acertar con el tema y el momento adecuados.
Mi completo acuerdo con tu planteamiento sibre cómo abordar el final de las vacaciones.
No como un final sino como un continuo de la vida, en sintonía con aquello de que lo importante es la libertad de poder elegir cómo actuar ante lo que nos ocurre.
Las vacaciones, al menos en mi caso, son una importante fuente de inspiración y de estímulo creativo.
Después de cada período vacacional me traigo una buena relación de ideas (incluso para aplicar en mi actividad laboral)anotadas en mi libreta.
Y pienso que si las utilizamos para pensar y preparar las próximas apoyándonos en las vivencias actuales,les daremos cierta continuidad en nuestra vida, aceptando que antes debemos fluir en un nuevo período laboral.
Todo pasa, y nos deja nuevos recuerdos con los que enriquecer nuestra existencia, y todo queda.
En cada persona está la facultad de hacer caminos en la mar, los imposibles no existen.....
Un abrazo
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