El funcionariado anda revuelto y no sin razón. Eso de que te bajen el sueldo de un plumazo y por vía de urgencia, no puede agradar a nadie. Sin embargo, me parece más duro, si cabe, la sensación de desvalorización de tu trabajo. El blog Administración 2.0 refleja ese estado de ánimo en una inteligente e irónica historia titulada "Un mundo feliz... sin funcionarios".
Me pareció impresionante la encuesta que se realizó inmediatamente después del anuncio de las medidas de recorte del gasto, en la que en torno a un 50% de las personas encuestadas se manifestaban de acuerdo con esa medida. Imagino que Forges ha puesto su granito de arena a este resultado con chistes como el que reproduzco. Teniendo en cuenta que alrededor del 20% de los trabajadores y trabajadoras son empleados públicos y sospechando que a sus familiares más cercanos tampoco les guste la medida, casi podríamos llegar a pensar que están a favor del recorte todos los que no son funcionarios o familiares cercanos. Me parece muy triste e injusta la visión que parece estar detrás de ese posicionamiento. Claro que luego resulta paradójico, o quizás habría que decir preocupante, que una gran cantidad de esas personas que les parece bien que recorten el sueldo a los funcionarios nutran las inmensas listas de aspirantes a esa condición.
Prometía en el título hablar de coaching. Una característica del coaching es que trata de ayudar a la persona que participa en él a cuestionarse su punto de vista, su modelo mental. Trata de provocarle, mediante preguntas, la identificación de perspectivas que hasta ese momento no veía. En este sentido, jalear el enfado de los funcionarios puede aportar la satisfacción pasajera de que se sientan acompañados pero me parece que aporta poco. Desde la perspectiva del coaching la cuestión debería orientarse al cuestionamiento de la respuesta más habitual, orientando a la persona hacia la apertura de nuevas direcciones que le permitan crecer, aprender y tomar acciones nuevas.
Otro aspecto que considero clave en un proceso de coaching es que la persona que participa tiene que plantearse, para que el proceso tenga éxito, que siempre hay parte de responsabilidad en lo que le ocurre, por pequeña que pueda ser. Mientras estamos instalados en la idea de que lo que nos ocurre es "culpa" de otros, disfrutamos de la tranquilidad del impotente. Si toda la "culpa" es de otro sólo él puede hacer algo. Así, mi vida se asemeja a una marioneta movida por los hilos que otros manejan. Asumir la responsabilidad puede intranquilizar, pero nos da el poder de actuar en ese ámbito que está en nuestras manos, por reducido que parezca.
Aquí vuelvo al hilo inicial ¿qué es lo que el funcionariado hace o no hace que lleva a que una mayoría tan significativa de sus conciudadanos vea bien que se tomen medidas como las que estamos viviendo? ¿cuál es nuestra contribución como empleados públicos a esa opinión? ¿qué podríamos hacer para contribuir a cambiarla? Mientras las personas que trabajan en la administración pública se queden en la queja, por mucho que ésta acabe en una huelga general, me temo que se perderá la oportunidad de aprender de lo que está ocurriendo, de encontrar caminos nuevos que lleven a la función pública al lugar que se merece.
1 comentario:
Yo tengo una idea: Bajar el sueldo fijo a los funcionarios un 5% este año, un 10% el siguiente y un 15% al otro. Y darles la oportunidad de recuperar ese 5%, 10% y 15% en variable por objetivos de rendimiento. Así, los funcionarios "acomodados" verían su sueldo reducido mientras que los funcionarios eficientes no sufrirían merma en su poder adquisitivo... ¿Cómo se vería esa propuesta?
Publicar un comentario