Este viernes la Fundación EDE, a través de su programa Formación Abierta, me dio la oportunidad de entrar en contacto con las “constelaciones organizacionales” (gracias Asier, gracias María). Había oído hablar de ellas pero no había entrado en contacto con su propuesta. Guillermo Echegaray y la especialista mexicana Katia Del Rivero fueron los profesionales que llevaron la sesión. De manera muy sintética, la realización de constelaciones organizacionales es una técnica orientada a un análisis sistémico de la organización. Un análisis que utiliza la representación espacial del sistema, utilizando a personas como representantes de los diferentes elementos (personas, grupos de personas, departamentos, procesos,…). El desarrollo de la sesión se centra en las sensaciones que viven las personas que representan los diferentes componentes del sistema. Cómo se sienten en la posición inicial en la que están colocadas. Qué ocurre cuando se mueven en una u otra dirección, cuando se acercan o se separan de otros componentes del sistema,… Desde luego es una herramienta difícil de entender si no se la vive en directo. En todo caso, Guillermo Echegaray ha publicado un libro en el que la explica con rigor y amenidad.
Cuando uno escucha en qué consiste, incluso cuando ves una constelación en acción, toda nuestra fundamentación Aristotélica cruje. ¿Cómo? ¿Qué una persona cualquiera, que no conoce para nada la organización sobre la que se va a trabajar, asume la representación del “proceso de I+D” y si dice que se encuentra mal porque quiere estar más cerca de la persona que representa los clientes eso es un elemento a considerar en el análisis de la organización? Ya veis que más que crujir, Aristóteles y toda su racionalidad científica aúlla. Pero, parafraseando a otro famoso de la historia de la ciencia “pero se mueve”. En este caso, pero funciona. La persona que ha presentado el problema organizativo ve sentido en lo ocurrido y, lo que es más importante, encuentra nuevas formas de enfrentarse al problema frente a que se sentía sin alternativas.
Nuestra cultura, positivista hasta el paroxismo, nos lleva a rechazar todo aquello para lo que no encontramos una explicación “científica”. Si no la hay, tenemos una conclusión rotunda: es pura palabrería. Sin embargo, este fundamentalismo científico se atribuye una capacidad sobrehumana, la capacidad de poder explicar cuanto ocurre en el universo y, si no, no existe. Una pena que la propia ciencia física haya reconocido hace tiempo que la materia existente en el Universo que responde a nuestros modelos conceptuales actuales apenas se acerca al 50% del total. El resto “materia oscura”. Mientras tanto, los “científicos” que poblamos la tierra nos sentimos con la legitimidad suficiente para negar aquello que no sabemos explicar cómo funciona, aunque veamos sus resultados. “Por algo será” y buscamos cualquier tipo de explicación que serene al Aristóteles que tenemos dentro:”pura casualidad”, “efecto placebo”, “ganas de ver lo que no hay”,…
Claro que, probablemente, las mismas personas que gritan un “va de retro Satanás” ante herramientas como la de las constelaciones organizacionales, no tienen ningún problema en utilizar avances científicos como el correo electrónico o Internet a pesar de que su capacidad para explicar cómo es posible sea nula. Curioso. Por mi parte, se ha abierto un nuevo camino para explorar en el apasionante desafío de ayudar a las organizaciones a transformarse en entes más efectivos y menos inhóspitos para quienes las habitan.
Cuando uno escucha en qué consiste, incluso cuando ves una constelación en acción, toda nuestra fundamentación Aristotélica cruje. ¿Cómo? ¿Qué una persona cualquiera, que no conoce para nada la organización sobre la que se va a trabajar, asume la representación del “proceso de I+D” y si dice que se encuentra mal porque quiere estar más cerca de la persona que representa los clientes eso es un elemento a considerar en el análisis de la organización? Ya veis que más que crujir, Aristóteles y toda su racionalidad científica aúlla. Pero, parafraseando a otro famoso de la historia de la ciencia “pero se mueve”. En este caso, pero funciona. La persona que ha presentado el problema organizativo ve sentido en lo ocurrido y, lo que es más importante, encuentra nuevas formas de enfrentarse al problema frente a que se sentía sin alternativas.
Nuestra cultura, positivista hasta el paroxismo, nos lleva a rechazar todo aquello para lo que no encontramos una explicación “científica”. Si no la hay, tenemos una conclusión rotunda: es pura palabrería. Sin embargo, este fundamentalismo científico se atribuye una capacidad sobrehumana, la capacidad de poder explicar cuanto ocurre en el universo y, si no, no existe. Una pena que la propia ciencia física haya reconocido hace tiempo que la materia existente en el Universo que responde a nuestros modelos conceptuales actuales apenas se acerca al 50% del total. El resto “materia oscura”. Mientras tanto, los “científicos” que poblamos la tierra nos sentimos con la legitimidad suficiente para negar aquello que no sabemos explicar cómo funciona, aunque veamos sus resultados. “Por algo será” y buscamos cualquier tipo de explicación que serene al Aristóteles que tenemos dentro:”pura casualidad”, “efecto placebo”, “ganas de ver lo que no hay”,…
Claro que, probablemente, las mismas personas que gritan un “va de retro Satanás” ante herramientas como la de las constelaciones organizacionales, no tienen ningún problema en utilizar avances científicos como el correo electrónico o Internet a pesar de que su capacidad para explicar cómo es posible sea nula. Curioso. Por mi parte, se ha abierto un nuevo camino para explorar en el apasionante desafío de ayudar a las organizaciones a transformarse en entes más efectivos y menos inhóspitos para quienes las habitan.
3 comentarios:
Me reafirmo en lo que te escribía hace unos minutos. Es un regalo compartir contigo este espacio de formación.
Cuando lanzas una propuesta de estas caracteristicas (yo he apoyado más que lanzado, ;D) hay un poco de miedo a que no sea una propuesta muy "esoterica", parece que haya que vencer algo de ese mundo de los prejuicios para acercarse por primera vez...
Porque cuando ves el trabajo puedes tacharlo de tu agenda como visto pero muchos otros nos hemos quedado enganchados y queremos saber más de la herramienta y sus potencialidades.
Tu interés es un refuerzo a la intuición.
Muchisimas gracias Enrique.
Un abrazo enorme
Hola Enrique,
vengo de un fin de semana de formación en constelaciones... del curso intensivo facilitado por katia... una maravilla!!! Ha sido una auténtica gozada.
Comparto lo que dices en tu comentario sobre las constelaciones y estoy encantada de haber compartido contigo la sesión de viernes. Nos seguimos encontrando. Un abrazo. María Carrascal
Joseph Jaworski llama a esto "sincronicidad".
Un abrazo
Publicar un comentario