Hace unos días (justo antes de que me arrollara una gripe desbocada) estuve en la presentación del libro "Sobre la marcha", en el que las cuatro plumas que componen Vesper Solutions han recogido una selección de los post que cada viernes vienen publicando en el blog Viñetas Vesper. Como toque singular han incorporado los dibujos de Asier Gallastegi, que cada vez disfruta y nos hace disfrutar más de esta rama creativa. Fue un acto entrañable del que me tuve que marchar demasiado pronto.
Tanto en el viaje de ida como en el de vuelta anduve dando vueltas al contenido de este nuevo post. Como suele ocurrir con frecuencia, tenía un punto de partida pero acabé en un lugar bastante diferente. De hecho, lo que llevo de post no estaba previsto ni siquiera en esta última vuelta de tuerca al asunto.
Al fin y al cabo, esta es la reflexión que quiero compartir contigo: los procesos de cambio también están sujetos al cambio. No es difícil encontrar proyectos de cambio planteados por personas que tienen claro que el cambio es lo único que permanece, pero que cuando se plantean llevar adelante ese proyecto actúan como si lo proyectado no pudiera estar sujeto a cambio.
En eso la cultura racionalista, manifestada en la forma más ortodoxa de entender la planificación, no ha ayudado mucho. Así, la planificación tiene como punto de partida la premisa de que, conociendo lo que ahora sabemos, podemos esperar que haciendo determinadas cosas obtengamos unos determinados resultados. Y, la verdad, es una premisa con unos pies de barro que se da de bruces con la evidencia de que la realidad está plagada de cambios que solo somos capaces de predecir una vez se han producido (ejemplos miles pero baste mencionar la caída del muro de Berlín o la crisis actual).
Por eso me gusta más la idea de elaborar una "hoja de ruta" del proceso de cambio. Sugiere mejor que lo que necesitamos es tener claros algunos parámetros y, a partir de ahí, sabernos guiar por la intuición, por los nuevos datos y por las reacciones que vamos encontrando en los diferentes elementos del sistema en el que el cambio de va a producir. Algunos de los parámetros que necesitamos tener claros son:
Por eso me gusta más la idea de elaborar una "hoja de ruta" del proceso de cambio. Sugiere mejor que lo que necesitamos es tener claros algunos parámetros y, a partir de ahí, sabernos guiar por la intuición, por los nuevos datos y por las reacciones que vamos encontrando en los diferentes elementos del sistema en el que el cambio de va a producir. Algunos de los parámetros que necesitamos tener claros son:
- ¿Para qué este proceso de cambio?
- ¿Qué será éxito para este proceso? ¿qué lo caracterizaría?
- ¿Qué es necesario mantener para poder cambiar?
- ¿Qué o quién puede ganar y qué o quién puede perder en este proceso?
- ¿Qué es irrenunciable en el proceso de cambio?
- ¿Qué límites no queremos cruzar en el proceso de cambio?
- ¿Qué hitos temporales son especialmente significativos?
- ¿Cómo podremos saber que el proceso avanza en la dirección adecuada?
Si el mapa no es el territorio, tampoco el plan es el proceso. Usémoslo como una herramienta pero no nos hagamos esclavos de ella.
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