Esta mañana estoy participando en un taller organizado por EUDEL e INNOBASQUE para reflexionar entorno a la visión del Municipio del siglo XXI. Ha abierto la jornada Daniel Innerarity y voy a trasladar aquí las claves de su intervención.
Ha comenzado planteando el fracaso de quienes planteaban el final de la política frente a la técnica. Siguiendo sus palabras, parecía que el desarrollo científico iba a hacer superflua la política, sin embargo la evolución de la sociedad no ha ido en ese sentido. Situaciones como la crisis generada por la fuga de petróleo en las costas norteamericanas o la propia crisis económica. Ha continuado recordando las previsiones respecto a cómo lo global acabaría con lo local, previsiones que de nuevo se han visto contrastadas en la situación actual en la que lo local se ha convertido en un polo de referencia clave, coexistiendo con lo global.
Tras esa introducción ha desarrollado el hilo central de su intervención: hay que reintroducir la reflexión sobre el futuro en la política. El que esto no se haga hace que estemos condenados a vivir rodeados de trivialidades. Provoca que no se puedan acometer muchos proyectos que suponen un horizonte de varias legislaturas.
Ha continuado comentando que hay una gran desconfianza de los procesos cotidianos, eso lleva a dar un gran peso a lo urgente. El problema es que la atención urgente funciona cuando tiene al lado una realidad cotidiana que es capaz de contener lo que realmente no tiene ese carácter de urgencia. Un ejemplo paradigmático de esta situación lo constituye el colapso de los servicios de urgencia por situaciones que podrían ser atendidas de otra manera.
En este marco ha afirmado que hemos perdido la capacidad de esperar, de tener paciencia.
Por otra parte, ha introducido la idea del imperialismo temporal de los que vivimos en el presente en relación con las generaciones futuras.
La magnitud temporal de las legislaturas influye en esa situación. Ningún partido aborda un asunto que pueda cuestionarle o dificultar su reelección ¿qué hacemos con esos asuntos? ¿por qué no buscamos mecanismos que permitan hacer frente a esos asuntos?
Si uno se limita a buscar solo su reelección es muy probable que deje al margen el futuro. O las instituciones se dedican a proteger el futuro o no lo hará nadie. Han de ocuparse de hacer viable el futuro. En su opinión esa es la clave actual de la política: preocuparse del futuro, de la sostenibilidad general del sistema.
Para finalizar ha subrayado que vivimos en sociedades de pánico. Vivimos muertos de miedo y en ese contexto no se toman las decisiones razonables ya que uno solo piensa en su propio interés. Por eso es necesario introducir el futuro, desarrollar políticas que incorporen el futuro. Una nueva forma de afrontar la política que podrá generar una nieva vitalidad democrática. Para ello es necesario incorporar espacios para la reflexión. Es necesario dedicar mas tiempo a pensar en el futuro. Ha mencionado la experiencia de la Comisión de Futuro puesta en marcha en Finlandia y que ha tenido réplica en Gipuzkoa.
Ha comenzado planteando el fracaso de quienes planteaban el final de la política frente a la técnica. Siguiendo sus palabras, parecía que el desarrollo científico iba a hacer superflua la política, sin embargo la evolución de la sociedad no ha ido en ese sentido. Situaciones como la crisis generada por la fuga de petróleo en las costas norteamericanas o la propia crisis económica. Ha continuado recordando las previsiones respecto a cómo lo global acabaría con lo local, previsiones que de nuevo se han visto contrastadas en la situación actual en la que lo local se ha convertido en un polo de referencia clave, coexistiendo con lo global.
Tras esa introducción ha desarrollado el hilo central de su intervención: hay que reintroducir la reflexión sobre el futuro en la política. El que esto no se haga hace que estemos condenados a vivir rodeados de trivialidades. Provoca que no se puedan acometer muchos proyectos que suponen un horizonte de varias legislaturas.
Ha continuado comentando que hay una gran desconfianza de los procesos cotidianos, eso lleva a dar un gran peso a lo urgente. El problema es que la atención urgente funciona cuando tiene al lado una realidad cotidiana que es capaz de contener lo que realmente no tiene ese carácter de urgencia. Un ejemplo paradigmático de esta situación lo constituye el colapso de los servicios de urgencia por situaciones que podrían ser atendidas de otra manera.
En este marco ha afirmado que hemos perdido la capacidad de esperar, de tener paciencia.
Por otra parte, ha introducido la idea del imperialismo temporal de los que vivimos en el presente en relación con las generaciones futuras.
La magnitud temporal de las legislaturas influye en esa situación. Ningún partido aborda un asunto que pueda cuestionarle o dificultar su reelección ¿qué hacemos con esos asuntos? ¿por qué no buscamos mecanismos que permitan hacer frente a esos asuntos?
Si uno se limita a buscar solo su reelección es muy probable que deje al margen el futuro. O las instituciones se dedican a proteger el futuro o no lo hará nadie. Han de ocuparse de hacer viable el futuro. En su opinión esa es la clave actual de la política: preocuparse del futuro, de la sostenibilidad general del sistema.
Para finalizar ha subrayado que vivimos en sociedades de pánico. Vivimos muertos de miedo y en ese contexto no se toman las decisiones razonables ya que uno solo piensa en su propio interés. Por eso es necesario introducir el futuro, desarrollar políticas que incorporen el futuro. Una nueva forma de afrontar la política que podrá generar una nieva vitalidad democrática. Para ello es necesario incorporar espacios para la reflexión. Es necesario dedicar mas tiempo a pensar en el futuro. Ha mencionado la experiencia de la Comisión de Futuro puesta en marcha en Finlandia y que ha tenido réplica en Gipuzkoa.
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