sábado, 27 de junio de 2009

¿Para qué están los Servicios Sociales?

Sigo con la crónica de las primeras jornadas de la Escuela de Verano de Bienestar que bajo el lema “Sistema Público de Servicios Sociales: cuarto pilar del Estado de Bienestar” se celebraron en Almuñecar (Granada) la pasada semana. Terminé mencionando el debate que inició Fernando Fantova y empiezo este post reseñando su intervención que comenzó planteando que el principal problema de quienes trabajan en los Servicios Sociales es que no tienen claro a qué se dedican. En este sentido, afirmó, que las leyes de Servicios Sociales hacen un planteamiento tan genérico que parece que los Servicios Sociales los son todo. Las leyes, incluso la literatura científica, no terminan de explicar, en su opinión, cual es el objeto de los servicios sociales.

El “truco”, comentó, está en que la universalidad que se proclama en la práctica se niega al circunscribir la dedicación a todos esos temas siempre y cuando las personas atendidas sean gente excluida. En el fondo se plantea que los Servicios Sociales no tienen un objeto propio sino que son un coche escoba del sistema que centra su atención en los colectivos marginados.

Su tesis es que los Servicios Sociales no podrán ser un pilar del bienestar hasta que no sean capaces de delimitar su objeto específico, diferente de los que configuran los otros sistemas. Su propuesta del objeto de los Servicios Sociales es “el ajuste dinámico entre autonomía personal e integración en la red relacional”. En el tono polémico que hemos comentado, asumió que era una mala definición pero retó a los asistentes a plantear otra diferente. Ahora bien, para plantear una definición alternativa solicitó que cumpliera dos condiciones: que se redacte en positivo y que en su formulación tenga un carácter universal. No hubo propuestas alternativas, claro.

Es desde estos planteamientos desde los que entró en la polémica sobre si los Servicios Sociales han de ser los “centro campistas” de los diferentes sistemas del Estado de Bienestar. Respondiéndose que los servicios sociales no pueden hacer eso, nadie lo puede hacer, afirmó con rotundidad. “Dimito”, dijo, “de asumir esa responsabilidad coordinadora”, apostando por que los Servicios Sociales se fortalezcan como un pilar más y no asuman esa responsabilidad de coordinar el conjunto del sistema.

Desde mi punto de vista, tiene razón Fernando en la necesidad de clarificar mejor el objeto de los Servicios Sociales. Matizaría, sin embargo, que no nos estamos planteando generar un nuevo “territorio” inexistente actualmente. Podríamos decir que hay una fenomenología de lo que los Servicios Sociales hacen, lo que provoca que esa búsqueda de identidad conviva con una realidad que expresa lo que actualmente entendemos por Servicios Sociales. Un sistema como el sanitario sí dispone de una definición de su objeto, la salud, pero esa definición es tan genérica (el pleno equilibrio físico, psíquico y emocional) que obtiene el mismo resultado que se critica a las definiciones de las Leyes de los Servicios Sociales: vale para demasiadas cosas. Sin embargo, el qué hacer cotidiano de los servicios de salud parece resultar más claro que en el caso de los servicios sociales.

Por otra parte, tengo mis dudas respecto a ese deseo tan reiterado de dejar de ser “el coche escoba” del resto de sistemas de protección. ¿Por qué es tan malo tener esa función? Una función que, por cierto, recae más en las organizaciones del tercer sector que en el propio sistema público. Parece que se asocia cumplir esa función de última red con una labor impropia de un sistema de protección “serio”. La verdad es que me recuerda a la pretensión del sistema sanitario en sus orígenes de no incluir determinadas patologías como las enfermedades mentales, la lepra o la tuberculosis.

¿Los servicios sociales tienen que renunciar a prestar su apoyo a quienes por cualquier irregularidad del sistema de protección social no acceden al sistema sanitario, educativo, de formación para el empleo? Ya se que no debieran producirse esas situaciones pero se producen. Y tal y como la inmigración ha puesto de manifiesto, aparecen nuevas situaciones que otros sistemas tienen dificultad para abordar, al menos, en sus momentos iniciales. Ha sido la acción de los servicios sociales la que ha dado protección a esas personas, las ha ayudado a circular por los vericuetos de los sistemas de protección y ha generado transformaciones en esos sistemas para que se generen los cambios necesarios en ellos para hacerse cargo de esas nuevas realidades.

Por otra parte, es cierto que los Servicios Sociales no pueden pretender tener una posición de privilegio en la mirada plural hacia las personas con problemas que trascienden las fronteras de los sistemas de protección. Pero no es menos cierto que este sistema de atención social es el más consciente de la necesidad de trabajar en coordinación, en red. Si se me permite el símil es el vecino que convoca la reunión de la comunidad pero no tiene que ser su presidente, ni asumir un papel de preponderancia sobre el resto. Los Servicios Sociales, en este sentido, creo que tienen que mejorar sus habilidades para liderar y trabajar en redes cuyos componentes son autónomos e independientes. Para ello, respetar al otro, esforzarse por entender su punto de vista, desarrollar la capacidad de expresar el punto de vista propio con claridad pero sin agresividad, ampliar las habilidades para el trabajo compartido y para la gestión de espacios comunes me parece clave. Las experiencias provenientes de la gestión por procesos pueden ser también de utilidad en ese recorrido.

domingo, 21 de junio de 2009

Escuela de Verano de Servicios Sociales en Almuñecar


El lunes pasado comenzó en Almuñecar la 14ª edición de la Escuela de Verano de Bienestar bajo el lema “Sistema Público de Servicios Sociales: cuarto pilar del Estado de Bienestar”. Organizadas por la Diputación de Granada con el apoyo de la Junta de Andalucía y el Ministerio de Sanidad y Política Social, reune anualmente a casi 300 profesionales de los Servicios Sociales, principalmente de Andalucía. Juana María Rodiguez Masa (en la foto), actual Vicepresidenta Primera de la Diputación de Granada, ha formado parte de la organización de este vento desde su inicio.

He asistido lunes y martes y me he quedado con las ganas de continuar hasta el viernes. No sólo por lo agradable del lugar y el trato excelente que te prestan las personas que se encargan de la organización sino por el magnífico nivel de los contenidos de la Escuela. Habría que decir aquello de “excepto el taller titulado Cómo elaborar una Carta de Servicios en los Servicios Sociales Comunitarios”, ya que ese lo he impartido yo y no queda demasiado bien auto incluirme en una valoración tan elevada.

Del primer día, destaco la intervención de Esther Rovira, Subdirectora General de Programación y Evaluación del Instituto Catalán de Asistencia y Servicios Sociales (ICASS) presentó las líneas básicas de la ley de Servicios Sociales de Catalunya y el proyecto de sistema de acreditación de centros en el que están trabajando y que pretende incorporar el referente del modelo EFQM para subrayar la importancia de la gestión de calidad. Esperando que Esther me perdone la maldad, en demasiadas ocasiones contamos lo que vamos a hacer en lugar de lo que ya hemos hecho y creo que debemos invertir siempre ese planteamiento. Por otra parte, me parece excesivo incluir la referencia del modelo EFQM de excelencia en la gestión en un sistema de acreditación cuyo objetivo ha de ser, en mi opinión, fijar unos mínimos. Además, antes de exigir a los demás unos estándares tan elevados me parece necesario que la propia administración pública los cubra en los servicios que dependen directamente de ella y, por desgracia ese no es el caso ni en Catalunya ni en otros lugares de España.

Las tres intervenciones centrales del segundo día merecen un comentario. La primera de Ana Gómez Pérez, Directora General de Servicios Sociales y Atención a la Dependencia de la Junta de Andalucía se centró en la presentación de los ejes básicos de la nueva ley para la inclusión social que preve aprobar esta Comunidad Autónoma a comienzos de 2010. Subrayó que es una ley que regula la renta básica pero que pretende ser un instrumento más amplio ya que las prestaciones económicas no son suficientes para producir procesos de inclusión social, requiere de actuaciones complementarias. Para ello han diseñado otro eje basado en los convenios de inserción y un último que contempla la participación y aportación de otros sistemas de protección social. Aunque inició su intervención un poco encorsetada por el texto que había preparado, en poco tiempo se fue independizando de él y sacando la pasión que pone en su tarea. Me pareció especialmente interesante su alusión a la necesidad de que los Servicios Sociales Comunitarios asuman un papel de liderazgo en la coordinación de las intervenciones multidepartamentales.

Ese planteamiento generó un rico debate con otro de los ponentes y algunas otras personas del público. Fernando Fantova, el ponente a que aludía (recientemente nombrado Viceconsejero de Política Social del Gobierno Vasco), en un tono ciertamente provocador del debate y muy adecuado para la hora en que lo hizo, expresó su opinión contraria a que los Servicios Sociales hayan de asumir ese protagonismo. Su exposición se centró en subrayar la necesidad de que definir un objeto propio de los Servicios Sociales que los definan en positivo frente a los otros “pilares del Estado de Bienestar”.

Para no alargar demasiado esta entrada voy a dejarlo aquí, pero continuará.

sábado, 13 de junio de 2009

¿Qué es el coaching?

El uso de palabras anglosajonas cuando se habla en castellano me produce una sensación bastante irritante. Si además uno no sabe que diablos quiere decir la palabrita ni te cuento. "Coaching" es uno de esos conceptos que no ha encontrado traducción afortunada al castellano y que seguimos utilizando una y otra vez. Al margen de que en la época de la censura probablemente no hubiera pasado la aprobación de tan castos señores, cuando uno dice que hace coaching más que explicar la lías. Si la persona con la que conversas no sabe de que va el asunto puede pensar que te dedicas a cualquier perversión. Claro que si para arreglarlo tratas de clarificarle el asunto explicándole que hay un "coach" y un "coachee" la próxima vez que te vea seguro que cruza de acera.

Mientras encontramos una buena alternativa seguiré utilizando el palabro. Todo esto viene a cuento para comentar el libro "Prácticas de coaching" (repito que no hay que buscarlo en la sección de sexología) en el que Viviane Launer y Sylviane Cannio realizan una presentación rigurosa y amena de esta práctica. Lo que hace especialmente singular el libro es que se desarrolla en torno a la presentación doce casos reales de coaching. Tras una sucinta presentación del caso y de los aspectos más significativos de las sesiones realizadas, las autoras explican el sustrato conceptual y teórico que ha utilizado, permitiendo así una aproximación muy aplicada.

Utilizando la guía que aparece al final del libro os traslado una breve definición de cada caso y de las técnicas comentadas en su desarrollo:

1. Ana quiere alcanzar un mejor equilibrio en la vida: metáfora, límites, posiciones de vida y reenfoque.

2. Enrique desea gestionar mejor sus emociones: Índice de la conciencia, emociones, meta-modelo, equivalencia concreta de un valor y espiral positiva.

3. A Juan no le gusta vender: Valores y niveles lógicos, etapas del aprendizaje de Bateson.

4. Arnau ya no encuentra su lugar en su ONG: Liderazgo, cambios de tipo uno y dos, triángulo dramático, evaluación 360º y motivación.

5. Sandra quiere afrontar la compra de su empresa: Resistencia al cambio y proceso de duelo, risa del ahorcado, obligación doble, intención positiva.

6. Fátima necesita ganar confianza para dejar de temer a su jefe: estados del yo, transacciones y anclaje.

7. Carian tiene que aprender a decir no: Contrato, impulsores, asertividad y estratagemas.

8. Marco quiere salir a flote: Demanda simbiótica, rueda de Hudson, confusión de niveles lógicos y grados de autonomía.

9. Celilia quiere establecer sus prioridades, Guión de vida, condición de formulación de un buen objetivo.

10. Fran quiere encontrar un nuevo empleo: Demanda subyacente, creencias, sentimientos parásitos y calibración.

11.Coaching de equipos para trabajar en mutua colaboración: Etapas de un equipo, gestión del proceso de comunicación, cultura de empresa y reuniones delegadas.

12. Recentar las actividades: Enfoque sistémico, dos hemisferios del cerebro y las herramientas correspondientes. modelo DAFO, análisis de la competencia, tipología de los roles grupales de Belbin, constelaciones familiares y de organización, teoría organizacional de Berne (TOB).

sábado, 6 de junio de 2009

Influencia positiva (y 4): recompensas, responsabilidad y ambiente



Con esta entrada doy por concluido la serie dedicada al libro Influencia Positiva de Kerry Patterson y colaboradores. Si en post anteriores hablamos del dominio personal y del dominio social, en esta nos centraremos en lo que Patterson denomina dominio estructural. Como en las ocasiones anteriores este dominio tiene dos vertientes, la motivación por un lado y la habilidad por otro.
Desde la perspectiva de la motivación, el dominio estructural nos lleva a la política de recompensas y la exigencia de responsabilidades.

“La historia de las recompensas bien intencionadas que inadvertidamente salen mal son innumerables. La causa principal de la mayoría de estas debacles es que los individuos tratan de influir sobre comportamientos mediante el empleo de recompensas como su primera estrategia motivacional. Cuando se lleva a cabo un esfuerzo bien equilibrado, las recompensas están en tercer lugar. En primer lugar, los maestros de la influencia se aseguran de que los comportamientos vitales se vinculen con la satisfacción intrínseca. Después, ponen en línea el apoyo social. Revisan dos veces ambas áreas antes de escoger finalmente las recompensas extrínsecas para motivar el comportamiento”.

Sobre esta idea central se articulan algunas otras aportaciones que me parecen interesantes:

- “El Dr. Lepper descubrió que recompensar a las personas por participar en una actividad que ya es satisfactoria puede operar contra usted. En lugar de aumentar la frecuencia de la actividad, una vez que se retira la recompensa, los sujetos pueden reducirla”.
- “No utilice los incentivos para recompensar el fracaso de su intento de incrementar la motivación personal y social”.
- “Tenga cuidado de asegurarse de que las recompensas lleguen de manera oportuna, sean gratificantes y estén claramente asociadas con los comportamientos vitales”.
- “Cuando se trata de ofrecer recompensas extrínsecas, éstas, por lo general, no tienen que ser muy grandes (…) Si usted hizo su trabajo por motivos tanto personales como sociales, los premios simbólicos asumen un enorme valor. Si no lo hizo, las recompensas extrínsecas pueden convertirse en una fuente de ridículo y cinismo”.
- “No espere hasta que las personas obtengan resultados fenomenales: recompense las pequeñas mejoras de comportamiento”.
- “Recompense comportamientos y no sólo resultados”.
- “Con mucha frecuencia las personas son tan poco conscientes del mensaje que envían que inadvertidamente recompensan el comportamiento equivocado. (…) Los maestros de la influencia continuamente observan y recompensan comportamientos que apoyan los procesos valiosos”.
- “Cuando los comportamientos no están funcionando observe de cerca sus recompensas. ¿Quién sabe? Su propio sistema de incentivos puede ser la causa del problema”.
- “El castigo dista de garantizar el efecto benéfico del refuerzo positivo (…). Del castigo usted ignora lo que va a obtener”.
- “La falta de castigo para las infracciones rutinarias envía un fuerte mensaje a través de la organización. (…) Si usted no está dispuesto a luchar hasta el fin cuando las personas violan un valor central (tal como dar su mejor esfuerzo), ese valor pierde su fuerza moral dentro de la organización

Para finalizar, Patterson se detiene en la importancia que el ambiente tiene en el comportamiento de las personas y en la posibilidad de que cambie. En esta dirección subraya cómo el propio entorno o ambiente físico es un factor de influencia que frecuentemente infrautilizados o ignoramos. Otro elemento del ambiente que destaca es el de la información que circula. “Los genios de la influencia –afirma Patterson- entienden la importancia de una corriente de información exacta y hacen su mejor esfuerzo para asegurarse de que sus estrategias se enfocan en los comportamientos vitales con base en información visible, oportuna y exacta que apoye sus metas”.