Estas últimas semanas han sido de gran intensidad de trabajo y este blog lo ha notado. Ha estado a punto de pasar el mes de febrero en blanco. Para evitarlo comparto parte de la actividad que me ha tenido ocupado.
A finales de enero se inició una nueva edición de curso sobre Intervenciones sistémicas y constelaciones organizacionales que organiza EMANA. Formo parte del equipo de tutores y procuro asistir a las sesiones. El nivel del profesorado hace que siempre aprenda algo nuevo. En ese primer módulo, Asier Gallastegi realizó una introducción al programa y profundizo en la utilización de figuras como herramienta para trabajar con el sistema, algo que maneja con enorme destreza.
Unas semanas después Georg Senoner profundizó en el uso del enfoque sistémico y las constelaciones organizacionales en la práctica de la consultoría. Sobre Georg ya he escrito un par de post. Uno sobre su libro y su manera de entender el trabajo sistémico, otro su presentación de las cuatro habitaciones del cambio. Escucharle me resultó de nuevo una fuente de estímulo e inspiración.
Por otra parte, el 11 de febrero dio comienzo otra edición del curso de coaching de equipos que también organiza EMANA. En este curso participo como parte del equipo docente, lo que conlleva tiempo de preparación y coordinación, además del que supone la facilitación de las sesiones. Este comienzo de año tan frenético apenas me ha dejado tiempo para un nuevo proyecto que me he planteado: un nuevo libro. Esta vez sobre las claves para entender y desarrollar los equipos. Aún no se ha publicado el que he dedicado a las conversaciones difíciles (está previsto que esté en la calle en el mes de mayo) pero ya tengo necesidad de dar estructura a todas las ideas que he ido recogiendo y viviendo desde la experiencia en torno al funcionamiento de los equipos y lo que marca la diferencia entre los que mejor funcionan del resto.
Por otra parte, he continuado con varios procesos de coaching individual y de equipo, facilitando otras acciones formativas y acompañando procesos de cambio en diversas organizaciones. En este trajín, me ha venido a la cabeza un libro que leí hace ya un tiempo. Su título "dinámicas invisibles". En un equipo es necesario analizar y trabajar los aspectos relacionados con la definición de su propósito, con la identificación clara de sus resultados y la forma de hacerles un seguimiento y hacerlos visibles. Es clave la forma en que se organiza para la tarea, analizar los roles de equipo que se encuentran en su seno, considerar el estilo de liderazgo. Igualmente importante resulta conocer y explorar como funciona en el equipo la confianza, el compromiso, la corresponsabilidad. Cómo conversa el equipo y cómo gestiona conflictos y emociones.
Sin embargo, frecuentemente pasan desapercibidas esas dinámicas invisibles que hacen que el equipo pierda energía y se encuentre con serias dificultades para lograr el rendimiento de que es capaz. Estas dinámicas están detrás de las cuatro últimas fuentes de conflicto que comenté en el post anterior. Para identificarlas y poder incidir en ellas la intervención sistémica me parece la más efectiva. Trabajar sobre la parte visible del iceberg es suficiente en muchas ocasiones. Sin embargo es importante estar atento a lo que no se ve, a los patrones que el equipo manifiesta. Saber escucharlos e identificarlos me parece una competencia clave para un buen trabajo con equipos.
A finales de enero se inició una nueva edición de curso sobre Intervenciones sistémicas y constelaciones organizacionales que organiza EMANA. Formo parte del equipo de tutores y procuro asistir a las sesiones. El nivel del profesorado hace que siempre aprenda algo nuevo. En ese primer módulo, Asier Gallastegi realizó una introducción al programa y profundizo en la utilización de figuras como herramienta para trabajar con el sistema, algo que maneja con enorme destreza.
Unas semanas después Georg Senoner profundizó en el uso del enfoque sistémico y las constelaciones organizacionales en la práctica de la consultoría. Sobre Georg ya he escrito un par de post. Uno sobre su libro y su manera de entender el trabajo sistémico, otro su presentación de las cuatro habitaciones del cambio. Escucharle me resultó de nuevo una fuente de estímulo e inspiración.
Por otra parte, el 11 de febrero dio comienzo otra edición del curso de coaching de equipos que también organiza EMANA. En este curso participo como parte del equipo docente, lo que conlleva tiempo de preparación y coordinación, además del que supone la facilitación de las sesiones. Este comienzo de año tan frenético apenas me ha dejado tiempo para un nuevo proyecto que me he planteado: un nuevo libro. Esta vez sobre las claves para entender y desarrollar los equipos. Aún no se ha publicado el que he dedicado a las conversaciones difíciles (está previsto que esté en la calle en el mes de mayo) pero ya tengo necesidad de dar estructura a todas las ideas que he ido recogiendo y viviendo desde la experiencia en torno al funcionamiento de los equipos y lo que marca la diferencia entre los que mejor funcionan del resto.
Por otra parte, he continuado con varios procesos de coaching individual y de equipo, facilitando otras acciones formativas y acompañando procesos de cambio en diversas organizaciones. En este trajín, me ha venido a la cabeza un libro que leí hace ya un tiempo. Su título "dinámicas invisibles". En un equipo es necesario analizar y trabajar los aspectos relacionados con la definición de su propósito, con la identificación clara de sus resultados y la forma de hacerles un seguimiento y hacerlos visibles. Es clave la forma en que se organiza para la tarea, analizar los roles de equipo que se encuentran en su seno, considerar el estilo de liderazgo. Igualmente importante resulta conocer y explorar como funciona en el equipo la confianza, el compromiso, la corresponsabilidad. Cómo conversa el equipo y cómo gestiona conflictos y emociones.
Sin embargo, frecuentemente pasan desapercibidas esas dinámicas invisibles que hacen que el equipo pierda energía y se encuentre con serias dificultades para lograr el rendimiento de que es capaz. Estas dinámicas están detrás de las cuatro últimas fuentes de conflicto que comenté en el post anterior. Para identificarlas y poder incidir en ellas la intervención sistémica me parece la más efectiva. Trabajar sobre la parte visible del iceberg es suficiente en muchas ocasiones. Sin embargo es importante estar atento a lo que no se ve, a los patrones que el equipo manifiesta. Saber escucharlos e identificarlos me parece una competencia clave para un buen trabajo con equipos.
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