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Me encuentro con frecuencia con empresas de diverso tipo
interesadas en poner en marcha un sistema de evaluación del desempeño. Sin
embargo, mi experiencia me venía diciendo que la forma en que se plantean esas evaluaciones no contribuye al que es
su objetivo: mejorar el desempeño de las personas.
David Burkus
ha publicado recientemente un libro titulado Bajo una nueva
gestión, con un
capítulo de título contundente: "Acaba
con las evaluaciones de desmpeño" (hablaré más de él en
otro post). En el
nos plantea como empresas como Adobe, Microsoft, Expedia, Donna Morris, Lear
Corporation y Motorola se han replanteado totalmente el enfoque de la
evaluación del desempeño. Algunas incluso lo han desterrado de su gestión, la
mayoría lo han reorientado.
El denominador común de la
línea alternativa para trabajar sobre el desempeño de las personas pasa por
promover conversaciones frecuentes entre jefes y empleados. No, no hemos
descubierto el oceáno. Muchos pensarán que es una obviedad. Sin embargo, no basta con descubrir el oceáno, hay que
bañarse en él ¿cuántas empresas conoces, públicas o privadas, S.A. o
cooperativas, en los que sea habitual, sistemático y promovido por la
organización que los jefes y jefas se reúnan con los empleados con más
frecuencia de una vez al año y lo hagan para hablar, para conversar entorno al
desempeño y no para decirle el resultado de su evaluación?
En los ejemplos que Burke plantea se realizan conversaciones
más informales en cualquier momento y formales al menos una vez al trimestre.
Estas conversaciones más planificadas se centran en:
- Concretar y
clarificar las expectativas del desempeño, fijando objetivos claros,
siguiendo su desarrollo y revisándolos si es necesario.
- Recoger
opiniones, sugerencias, impresiones de los colaboradores sobre su
desempeño, cómo se encuentran en el equipo,...
- Recibir el
feedback del trabajador sobre el desempeño de su jefe.
- Comentar las
perspectivas de crecimiento y desarrollo para la persona.
Por otra parte, las conversaciones informales se orientan a
dar un feedback continuado y frecuente, respondiendo a una demanda por parte de
las personas empleadas reiterada en todas las investigaciones (ver por ejemplo este
artículo).
Para todo ello, resulta también necesario desarrollar
acciones de capacitación y desarrollo de habilidades para conversar de esta
manera. Incluso en las evaluaciones de desempeño al uso, la incapacidad o las
carencias a la hora de conversar sobre el desempeño se convierten en uno de los
principales obstáculos para su buen funcionamiento.
Burkus alude también en su libro a varias investigaciones
realizadas sobre el impacto que tienen las evaluaciones de desempeño
"clásicas" cuando la persona obtiene una valoración inferior a la que
espera. Las conclusiones son rotundas, lejos de impulsar el desempeño son una
gran fuente de desmotivación: "Los resultados de la investigación
indican que incluso los trabajadores cuyo objetivo principal es el aprendizaje,
aquellos que deberían tener más capacidad para mejorar, se desmotivan al
recibir una calificación peor que la esperada".
En
resumen, si te estás planteando implantar una evaluación del desempeño en tu
organización con el objetivo de mejorarlo, dale una vuelta. Hay otros que ya
han vuelto de allí. Su experiencia nos dice que es mejor que dediques la
energía a capacitar a todas las personas de tu organización en habilidades para
conversar de manera efectiva e impulses que se mantengan conversaciones
frecuentes tanto para dar feedback puntual como para dialogar sobre otros
aspectos vinculados con el desempeño.
Publicado inicialmente en el blog de EMANA.