domingo, 11 de septiembre de 2016

Aceptación: la felicidad en la imperfección

Han pasado casi tres meses desde mi último post. Desde que empecé a escribir este blog, allá por el lejano mayo de 2008, nunca había estado tanto tiempo en blanco. No ha habido ningún motivo que no hubiera podido aplicarse en cualquier otro momento: mucho trabajo, necesidad de desconectar más a fondo,... El caso es que el tiempo iba pasando. De vez en cuando me acordaba de él, de que para que un blog sobreviva necesita actividad y además es esencial que sea periódica y constante. Vamos todas las recomendaciones de los expertos en la materia. Sin embargo, continuaba sin ponerme a ello. Lo más singular de la experiencia es que los atisbos de mala conciencia ("no haces lo que debes") han sido pequeñas brisas que en ningún momento me han llegado a incomodar lo más mínimo. He sido feliz a pesar de no hacer lo que debo, de no escribir en el blog. Todo un aprendizaje.

Hoy que vuelvo a compartir en este blog, esa experiencia me conecta con la perniciosa influencia en nuestra felicidad que tiene la búsqueda de la perfección. No es que me parezca mal esa búsqueda, muy al contrario, la valoro. El problema es que tiene efectos perversos que no nos resultan fáciles de contrarrestar. Un efecto perverso que nos lleva con facilidad a no aceptar la imperfección. Lo que es lo mismo, a no aceptarnos. Sí, porque siento darte malas noticias, ni somos ni seremos nunca perfectos. Y si algo identifico como fuente de infelicidad es precisamente esa constante pelea con uno mismo porque no es o no actúa como se supone que sería la forma perfecta.

Los humanos somos bastante enrevesados para unas cuantas cosas. Incluso somos capaces de tratar de ser perfectos aceptando la imperfección. En muchas de las propuestas de desarrollo personal detecto esa contradicción. Hay que ser perfecto manteniendo la constancia en la meditación, en la dieta, haciendo ejercicio,... uuuufffff agotador y me temo que lejos de eso que llamamos felicidad.

No me resigno a ser como soy, me gustaría ser aún mejor, como profesional y como persona. Sin embargo, creo que solo podré serlo si acepto mi humanidad, mi imperfección, y me permito disfrutar de ella. Ya tengo tarea para el resto de mi vida.
¡¡¡ Buena vuelta a la vida cotidiana !!!!